Hace 45 años sucedió uno de los hechos más terribles en la historia de nuestro país. El 2 de octubre de 1968 un gobierno autoritario y funesto le quito la vida a cientos de civiles que estaban manifestándose pacíficamente. Aquella repudiable matanza fue lanzada contra la protesta viva, cuya historia se extiende hacia atrás y hacia delante de los disparos de esa noche.
Quizá la consecuencia más dolorosa del
movimiento estudiantil del 68 no sea la trágica noche del 2 de octubre,
sino la reducción de un movimiento de tal magnitud y complejidad a esta
matanza. Fueron 140 días previos de lucha estudiantil, de
enfrentamientos directos entre los jóvenes, la policía y el ejército.
Díaz Ordaz hacía gala de lo que fue la característica principal de su
gobierno: la represión total e indiscriminada. Estudiantes, amas de
casa, ferrocarrileros, madres, niños, clamaban contra los usurpadores de
la revolución de Zapata y Villa.
Los estudiantes pedían libertad para los
presos políticos, un alto a la ocupación militar de sus universidades y
amenazaban con avergonzar al gobierno durante los juegos olímpicos, a
sólo diez días de proximidad. Durante aquellas jornadas, el movimiento
incluyó la participación de 90,000 estudiantes de la Universidad
Nacional Autónoma de México; 70,000 estudiantes del Instituto
Politécnico Nacional, y y participantes de las escuelas normales y de la
Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, formando un total de cerca
de 200,000 estudiantes. El movimiento tenía como base fundamental dos
objetivos; la democratización del país y el cumplimiento irrestricto de
la constitución.
2 de octubre, no se olvida.
Es justo esta vivencia de la memoria la que debería
expulsar el ímpetu inmediato de hacer presente tan sólo la muerte y el
dolor. El 2 de octubre es la historia de una lucha previa y detrás de la
matanza, y sobre todo, la posibilidad abierta de la continuidad de la
protesta: una lección de lucha hacia el futuro. Olvidar esta historia,
no aprender esta lección y reducir el recuerdo al dolor, significarían
el verdadero olvido.
A continuación te mostramos una
fotogalería que muestra imágenes de las manifestaciones hechas por la ciudadanía
días antes de la fatídica noche de Tlatelolco, con la esperanza de re-vivir
aquél espíritu en empatía con nuestros iguales de hace casi medio
siglo, la lucha que ellos crearon y apropiaron, más allá de la muerte
que les fue impuesta. Su vida alecciona más que su muerte, es por eso
que su ausencia duele tanto.
Cuautémoc, D.F., México, 30 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Cuautémoc, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Miguel Hidalgo, D.F., México, 13 de Agosto 1968. Archivo Pedro Meyer
Cuautémoc, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Miguel Hidalgo, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Cuautémoc, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Miguel Hidalgo, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Miguel Hidalgo, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
Aquí una infografía hecha por Notimex que muestra algunos números.
Si algo podemos decir de esta movilización es que no sólo fueron estudiantes los que participaron en
ella, también hubo padres de familia, médicos, profesores,
intelectuales, amas de casa y muchos sectores más de la sociedad y sobre todo trabajadores del estado. La
ciudadanía mexicana estaba muy participativa pues querían cambios,
cambios que el Gobierno no estaba dispuesto.
Fue la administración de Díaz Ordaz la que el 2 de octubre estaba esperando con el Batallón Olimpia la llegada de los manifestantes para empezar la matanza.
Después llegaría la Guerra Sucia y cada
golpe del Gobierno a la ciudadanía sería encubierto y los Medios de
Comunicación callarían cada uno de esos crímenes que sufrieron todas
esas personas que soñaban con una sociedad más justa, más equitativa.
Ahora las redes sociales juegan un papel importante para la difusión de la verdad.
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